El futuro de la OMC se proyecta alentador ante el fin de la era Trumpista

 


Las proyecciones cambiaron para la Organización Mundial del Comercio (OMC) aunque su futuro siga dependiendo de los acontecimientos que ocurren en Estados Unidos. Los amagos de disolución proferidos por el ahora saliente presidente de esa nación, Donald Trump, se disipan, pero todavía son imprecisas las intenciones del sucesor, el mandatario electo Joe Biden.

De cualquier manera, se respira otro ambiente en la sede de la OMC, sometida durante cuatro años a los continuos ataques de Trump que entorpecieron las negociaciones comerciales e igualmente amenazaron a otras organizaciones internacionales y al entero sistema multilateral.

Trump deja a la OMC un mar de problemas internos, empezando por el despojo del Órgano de Apelaciones, la instancia superior del sistema de solución de diferencias, su rasgo más saliente que en 25 años le había permitido apaciguar gran parte de las disputas comerciales. Ese vacío no ha sido cubierto por la indefinición de Washington.

Los cuatro años de obstrucciones y de guerras comerciales promovidas por Trump, culminaron el 28 de octubre cuando Estados Unidos negó el consenso a la propuesta de los restantes 163 Estados miembros de la OMC de designar como nueva directora general de la institución a la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala.



Con esa maniobra, Trump dejó acéfala a la OMC que quedó de forma provisoria bajo el comando de los cuatro subdirectores generales, a quienes se les prolongó el mandato, caducado el 1 de septiembre, hasta la fecha en que pueda asumir la nueva directora general. El neozelandés David Walker supervisa el funcionamiento de la institución en su condición de presidente del Consejo General.

La OMC continuará en el mismo estado de indefinición por lo menos hasta un mes después de la asunción de Biden, el 20 de enero, estimaron fuentes comerciales. En esa fecha, o antes, se conocería el nombre de la persona escogida por Biden para ocupar el cargo de representante comercial de Estados Unidos, que equivale a un ministro de comercio exterior.

Con ese dato y con informaciones que suministren Biden y otros miembros de su administración ya anunciados, se irán perfilando los contornos de la política comercial del nuevo gobierno.



El primer indicio que ofreció Biden después de conocidos los resultados de la elección del 3 de noviembre fue el anuncio de que se propone participar en negociaciones comerciales internacionales flanqueado por un sindicalista y por un ambientalista.

Esa mención trajo a la memoria, en los medios especializados en el área de Ginebra, las políticas comerciales de Washington durante los dos mandatos de Bill Clinton (1993-2001).

Por esa época, cuando la OMC, establecida en 1995, intentaba sus primeras negociaciones comerciales, Estados Unidos, la Unión Europea (UE), las restantes naciones industrializadas y un puñado de países del Sur en desarrollo, compartían la idea de Washington de condicionar esos tratos al acatamiento de normas determinadas sobre trabajo y ambiente.


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